viernes, 7 de enero de 2011


Miradas agridulces.

Mientras los jefes dormían su respectiva  siesta de las 2:30 pm.
Y En la estufa una olla con vísceras hirviendo.. y los frijoles
despidiendo el sonido debajo de la tapa..
El perro detrás de la puerta sacudiendo la colita… esperando la hora de su comida
Es interesante el instinto de los animales ya saben la hora de su merienda

Y allí estaba:
sentada en una silla antigua..pequeña y acogedora,
en la mesita con un mantel de cuadritos, esa donde; solo la servidumbre se sienta
tomando de la cintura una taza de café, mientras ojeaba las páginas de un
Bien nombrado libro llamado “hijo de Satanás”
puede recordar ese delicioso saboreo de lectura y
Cada sorbo era un placer acariciador…
Y como el sol entraba por los pasillos,
 Donde el piso se reflejaba…  nítidamente la sombra abstracta
De cada silueta, muebles antiguos que siempre estaban en el
mismo lugar; así como estupendas  reliquias de utensilios de plata y porcelana dorada…
El cuadro oscuro y bien colocado de Bruno Amadio adornaba el costado de una pared.

Y  al fondo dos cuartos… dos ancianos en cada uno de estos
 el agrio espacio de sus cuartos vacios…
 Podia entender las rigurosas líneas de sus rostros,
la profundidad agridulce de sus ojos,


a lo lejos el olor de tabaco …
estaba un anciana añeja de perfil
fumándose un cigarrillo, fumaba sin parar
jamás olvida el oscilante compás del humo que se
desvanecía en su ventana…
De ves  en cuando se hacía preguntas de los caminos recorridos  
Acaso podría entender las rigurosas líneas de sus rostros,
la profundidad agridulce de sus ojos,
y en la mañana su jugo de naranja y su baño caliente..
mande señora…
no señor…

No hay comentarios:

Publicar un comentario